alfonso medel
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Revolución en Madrid

18/6/2016

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Hace tiempo que no cuelgo un relato o un cuento en la web… A continuación voy a colgar uno de los mejores que he escrito. Se trata de un relato en el que cuento algunas de las cosas que pasaron el 2 de Mayo de 1808 en Madrid, ensalzando el papel que jugaron muchas mujeres durante aquella jornada. El relato está dedicado a todas aquellas mujeres que pelearon aquel día por echar de Madrid a las tropas napoleónicas, por España, en fin, por la Libertad. ​

Al lector que le guste este relato le gustará La Maldición de los Delgado, donde la primera parte trata de manera mucho más extensa sobre lo que pasó en aquella jornada, la del 2 de Mayo de 1808. La novela está dedicada a varias personas, dos de ellas son Daoíz y Velarde, como no puede ser de otra forma.
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El demonio aparece en la sabana africana

2/8/2015

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El joven se había separado de la expedición y había subido una pequeña colina. Lo que estaba contemplando le tenía hipnotizado. El sol se estaba escondiendo y teñía de rojo el cielo. Unas gacelas bebían agua en una pequeña laguna. La silueta de una jirafa comiendo de las ramas de un árbol solitario adornaba la estampa. El entorno era magnífico. Era uno de los paisajes más hermosos que había contemplado. Todo desprendía autenticidad.

El demonio lo vio y no pudo contenerse; apareció junto al joven y empezó a jugar con una piedra del tamaño de una canica. El joven reparó en él y pensó que estaría soñando, pero se mordió el labio y le dolió.
—Bonita puesta de sol, ¿no? —dijo Belcebú.
—Así es —balbuceó el joven.
El diablo cogió la piedrecilla con dos dedos y la interpuso entre el sol y los ojos del joven; entonces, brilló con fuerza; era un diamante.
—Puedo ofrecerte miles como esta —dijo el demonio señalando la piedra preciosa con una sonrisa maliciosa—; pero, a cambio, tendrás que entregarme tu alma.
El joven miró una vez más el paisaje y no dudó.
—Sin mi alma no podré disfrutar de lugares como este —respondió con la voz temblorosa—. ¡Esfúmate, Satanás! —El joven le arrebató el diamante y lo tiró colina abajo.
El demonio negó con la cabeza, hizo un chasquido con los dedos y desapareció.
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Planificando el bombardeo de Guernica - Burgos, 26 de abril de 1937

12/4/2015

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—Señor, ¿por qué clase de bombas sustituimos las incendiarias? —pregunto von Krafft, jefe de la escuadrilla 3K/88.
El comandante Fuchs empezaba a hartarse de tanta pregunta. Se estiró la chaqueta, levantó el mentón y miró, uno a uno, a los tres jefes de escuadrilla con los que estaba discutiendo los aspectos más importantes del bombardeo de la tarde.
—No veo motivo para modificar el tipo de bombas, capitán. —El comandante Fuchs miró su reloj—. Vamos con retraso, señores; así que no habrá modificaciones de última hora.
Von Beust —jefe de la escuadrilla 2K/88— miró el mapa, dudó un instante y decidió permanecer callado. No quería crispar a su superior.
Von Knauer —jefe de la 1K/88— no quiso decir nada que irritase aún más al comandante. Su intuición le decía que Fuchs volaría en su avión.
Von Krafft, en cambio, no se aguantó y continuó con sus quejas:
—Al menos déjenos bombardear en contra del viento; creo que es lo mejor.
—¡Ni lo piensen! Eso supondría acercarse peligrosamente a Bilbao… Y saben que hay cazas rojos muy peligrosos en esa zona. Bombardearemos en una única pasada en dirección norte-sur.
—Pero, comandante, el viento podría llevar las incendiarias hasta la villa y las órdenes…
—¡Las órdenes son las siguientes!: pueden sacar las cajas de bombas incendiarias del pasillo central, pero no las de los pozos delanteros. Volaremos hasta el mar, donde daremos la vuelta para bombardear el objetivo penetrando de norte a sur. ¿Lo han comprendido?
—Por supuesto, comandante —respondió von Knauer.
—A sus órdenes, mi comandante —dijo von Beust.
—En fin, imaginemos que son puentes de madera… —musitó von Krafft.
—¿Qué dice, capitán? —preguntó el comandante Fuchs, quien a estas alturas de la reunión ya tenía ganas de retorcer el pescuezo al jefe de la 3K/88.
—Nada, nada, a sus órdenes, mi comandante…

Nota del autor:
Este sencillo cuento explica algunos de los detalles más importantes del bombardeo de Guernica. El lector que desconozca el asunto tal vez no comprenda nada...; sin embargo, el que haya profundizado un poco en lo que ocurrió ese 26 de abril de 1937 puede comprobar que este cuento explica algunas de las circunstancias más importantes del bombardeo, y algunas de las causas del incendio que devastó la villa.
Contar esto no hubiera sido posible sin el trabajo minucioso y enorme que ha realizado Jesús Salas Larrazábal. Su libro "El bombardeo de Guernica. La Historia frente al mito" es lo mejor que se ha escrito sobre este tema y no sólo cuenta el bombardeo, sino que desmonta las insensateces dichas por muchos autores, especialmente algunos británicos que prefiero no nombrar. Varias veces llamé a Jesús con baterías de preguntas y él siempre me contestaba de manera precisa y clara, mostrando un dominio sobre la materia extraordinario. Y esto lo hacía a los 88 años. No puedo hacer otra cosa que agradecer enormemente su atención y sus explicaciones. Sin su trabajo la verdad todavía permanecería escondida. Gracias, Jesús.

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El demonio se entrevista con un expresidiario - Soto del Real, 1 de febrero de 2015

14/2/2015

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El preso salió de la cárcel y dejó de serlo. Tan pronto como dobló la esquina, y desapareció a la vista de los funcionarios de prisiones, el demonio apareció junto a él.
—¿Qué tal ha ido? ¿Lo has pasado bien ahí dentro? —preguntó el diablo con una sonrisa maliciosa.
—He estado en sitios mejores —respondió el extesorero de uno de los principales partidos políticos del país.
—¡Y tanto! ¡Acostumbrado a estar en hoteles de cinco estrellas…! —El demonio sacó una cajetilla de tabaco del interior de su cuerpo y le ofreció un pitillo al político corrupto.
—No tengo fuego y parece que tú tampoco —le respondió señalando su cuerpo desnudo.
El demonio se acercó el pitillo al pecho y el cigarro se encendió. A continuación, se lo puso en los labios al político.
—Si he aparecido en este lugar y en este momento —dijo el demonio tratando de mostrar una actitud sincera —, es porque quiero ofrecerte un trato.
—Escucho —dijo el expresidiario acostumbrado a negociaciones de lo más variopintas. 

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Reunión del G5 - Barcelona, 2 de Mayo de 2063

25/1/2015

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Cinco pequeñas banderas adornaban una mesa circular de madera de cedro de varios metros de diámetro. El balcón estaba abierto porque el día era espléndido. Algunos rayos de sol se lanzaban al interior de la habitación proporcionando una temperatura muy agradable. Diez sillas de diseño del referente catalán Antoni Miró adornaban la estancia. Los primeros ministros de las cinco naciones más poderosas del mundo charlaban entre ellos acompañados de sus asesores principales.

Dos ujieres entraron en la sala con un sillón desproporcionadamente grande que habían tomado prestado de la biblioteca. Una gota de sudor correteó por la frente de uno de los funcionarios y cayó al suelo. Depositaron la butaca encima de la alfombra, y el que llevaba más años al servicio de la Generalitat exclamó:
—Presidente, es el más grande que hemos encontrado…
Artur Pujol, primer ministro y presidente de Cataluña, miró a los dos funcionarios con gratitud e hizo una seña con la mano indicando que podían retirarse. Los funcionarios sustituyeron una de las sillas de Miró por el sillón de la biblioteca y abandonaron la habitación. 

Artur Pujol se miró disimuladamente en un espejo barroco y contempló con preocupación cómo se movía su ojo izquierdo de acuerdo a un tic nervioso que había comenzado a atormentarle hacía unos días. Respiró profundamente, tragó saliva y se volvió hacia sus invitados:
—Señores, por favor, tomen asiento y comencemos la reunión.

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El demonio negocia un alma con un joven enamorado - Logroño, 24 de abril de 2014

10/1/2015

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El joven volvió a mirar los ojos de la joven y quedó absolutamente prendado. El diablo contempló la escena y apareció junto a ellos.
—¿Es hermosa, no? —preguntó Belcebú.
—Sí, lo es —respondió el joven sin desviar la mirada de los ojos de la chica.
—Es una pena que los humanos persigáis cosas que podríais tener fácilmente si me las pidieseis.
—Yo no necesito nada y usted es un malvado. Puede esfumarse y volver a las catacumbas del infierno —respondió el joven muy chulito.
—Puedo concederte lo que me pidas —dijo el demonio con una sonrisa maliciosa.
El joven volvió a mirar a la joven. Ella se dio cuenta de que le estaba observando, hizo un movimiento muy gracioso con la cabeza y le sonrió. Entonces, él tuvo un momento de debilidad.
—Quiero su corazón —dijo un poco avergonzado.
—Pero el corazón de una joven es algo muy valioso. Tendrás que darme algo a cambio.
—Te doy diez años de mi vida.
—Eso no me interesa; yo soy eterno.
—Ah…, claro. ¿Qué quieres?
—Quiero tu alma. Su corazón a cambio de tu alma.
El joven se llevó la manó a la cabeza, se frotó el pelo y contestó:
—Pero sin mi alma no podré disfrutar de su corazón…
—¿Por qué los humanos dais tanta importancia al alma si no sabéis lo que es?
El demonio sacó un pitillo, se lo acercó a la oreja y el cigarro se encendió. A continuación, le dio varias caladas.
—Está bien. Te daré su corazón y su cuerpo. —El demonio hizo un chasquido con los dedos y, de pronto, la joven apareció desnuda. Un ligero vientecillo lanzaba su melena suelta hacia atrás. Estaba radiante—. Ya ves que es muy hermosa.
El joven miró su cuerpo y una sensación indescriptible se apoderó de él. Tuvo ganas de abalanzarse sobre ella; pero se contuvo.
—No... Mi alma es innegociable. Será mejor que vuelvas al infierno.
—De acuerdo —dijo el demonio, que se tenía por un duro negociante—, te daré su corazón, su cuerpo, el elixir de la eterna juventud y el secreto de la Felicidad.
—¡Pero sin mi alma no me servirá de nada el secreto de la Felicidad!; sin lo uno no puedo tener lo otro.
—¡Ay que joderse con el joven filósofo! —respondió el demonio con los nervios al límite—. Te concedo unos segundos. Después, retiraré mi oferta y tendrás que luchar por ella en el mundo terrenal…; seguramente nunca será tuya.
El joven miró a la muchacha y sus ojos le volvieron a cautivar. Esta vez, estaba vestida y tenía el pelo recogido en una coleta; le fascinaba.
—Pelearé —musitó el joven pensando que nadie le escucharía; pero el diablo le oyó, se dio por vencido y se fue a buscar almas de humanos más fáciles. A las pocas horas, se pegaría un festín en el Congreso de los Diputados.

El joven empezó a discurrir la manera de ganarse el corazón de la joven.


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Acto de piratería - Gibraltar, 4 de agosto de 1704

30/12/2014

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El viejo almirante inglés se colocó la peluca y se ajustó la casaca; se acercó al pendón imperial y lo arrancó de cuajo. A continuación, enarboló la bandera de Inglaterra. 
Un oficial se separó de la comitiva y gritó: «¡Viva la reina Ana!». Los tambores empezaron a redoblar; los marineros aclamaron a su reina. Los gibraltareños apretaban los puños y prometían venganza. Luis de Aoiz maldecía entre dientes. El padre Romero de Figueroa deseaba el infierno a los invasores, gentes de otra religión.
El Príncipe de Darmstadt contemplaba la escena horrorizado. Agarraba con fuerza la empuñadura de su espada. Se tuvo que contener para no desenvainar. El labio inferior le sangraba. «Esto es un acto de piratería», musitó.


George Rooke se acercó a George Byng y a Charles Showel, dos de sus oficiales.
—Gibraltar ya es nuestra —dijo Rooke.
—¿Qué hacemos ahora, señor? —preguntó Sir Charles Showel, almirante en jefe de la tercera división.
—Ceuta —respondió Rooke.
—Señor, si tomamos Ceuta —dijo George Byng, almirante en jefe de la primera división, con admiración—, el Mediterráneo será nuestro...
—Por eso mismo no perderemos ni un instante —respondió Rooke.
—¿Y el Príncipe? —preguntó Byng.
—El Príncipe es un pelele. Yo me encargaré de él. Hagan los preparativos, señores, Ceuta será nuestra.


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Los bomberos pelean contra el fuego - Guernica, 26 de abril de 1937 

25/12/2014

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Los bomberos empezaban a controlar el incendio de un edificio de cinco plantas, cuando una bomba de 50 kg que había fallado en el bombardeo explotó a consecuencia de la temperatura. Unos cascotes golpearon el casco del arquitecto municipal y jefe de bomberos de Guernica. «Si los bomberos de Bilbao no me hubieran dejado este casco, aquí pierdo la cabeza», dijo Cástor de Uriarte comprobando con sus manos que todo estaba en su sitio.

Las tres escuadrillas de Junkers Ju 52 habían terminado el bombardeo hacia las siete de la tarde. La gente había permanecido en los refugios durante media hora más hasta que dejó de sonar la alarma. Cástor de Uriarte se reunió con el alcalde hacia las ocho y este le ordenó requisar un coche e ir a Mújica a telefonear a los bomberos de Bilbao. «Las bombas han tirado las líneas telefónicas. Vete a Mújica y llama a los bomberos de Bilbao. ¡Rápido, Cástor!», le dijo el alcalde José de Labauria. «Una bomba incendiaria ha caído en mi coche y está en llamas, Txapeltxu», respondió Cástor. «¡Pues requisa uno, maldita sea!», gritó el alcalde mientras veía como el fuego empezaba a coger fuerza en muchos tejados del centro de la villa.

Aproximadamente hora y tres cuartos de hora más tarde llegaban los bomberos con tres bombas y mangueras. Cástor de Uriarte les esperaba con varios paisanos. «Nos ponemos a vuestras órdenes», les dijo el jefe de bomberos de Guernica. «No, no, nos ponemos nosotros a las tuyas, Cástor. Tú conoces la villa mejor que nadie», respondió Anastasio de Arguinzóniz, arquitecto municipal de Bilbao, con buen criterio.

Estaban colocando las mangueras en los registros cuando se dieron cuenta de que las bombas habían roto las tuberías de la ciudad y no disponían del líquido elemento para lanzar al fuego. «Llevad las bombas a la ría y tratemos de apagar los incendios de esa zona», ordenó Cástor.

En esas estaban cuando una bomba defectuosa, lanzada por un avión italiano o alemán, explotó poniendo en peligro la vida del jefe de bomberos de Guernica y varios bomberos de Bilbao.

Cástor de Uriarte miró a su alrededor y se percató de que el fuego se estaba alimentando con rapidez de la madera de algunas casas del centro de la villa. Al poco, otra bomba defectuosa explotó provocando un estruendo aterrador. «¡Salgamos de aquí!... ¡Es inútil!... Esta parte del pueblo está perdida», se lamentó con gran pesar.

Media hora más tarde, los bomberos habían dispuesto sus mangueras en una caldera de hierro que recogía el agua que bajaba de varios manantiales de Luno y trataban de atajar el incendio en la parte alta de Guernica. Con esfuerzo apagaron el fuego que se había originado en los tejados de las escuelas y en el alero del ábside de la iglesia de Santa María. La parte alta de Guernica estaba a salvo.

George Lowther Steer, reportero de guerra del Times, y Mathieu Corman, corresponsal belga del Ce Soir, entrevistaban a dos jóvenes en los jardines de la Casa de Juntas. Horas después escribirían sus crónicas.

Cástor de Uriarte miró hacia la calle de San Juan y contempló aterrado lo que ocurría. Un vientecillo sopló junto a su oreja y la sensación le encogió el corazón.

A las tres de la madrugada tomó una decisión. Apesadumbrado, pero con paso decidido, se dirigió a los bomberos: «¡Regresad a Bilbao! ¡Ya nada podemos hacer aquí!».

El fuego se había convertido en una bestia imparable que duraría días. 

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Consejo de vampiros - Transilandia, 31 de diciembre de 2013

21/12/2014

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La mesa estaba llena de todo tipo de manjares que nadie degustaba. Las copas estaban vacías; habían sido elaboradas con cristal de bohemia en 1704. Todavía recordaba al joven cristalero que las había hecho; no había tenido más remedio que morderle. No sabía qué había sido de él; le pagó las copas y lo dejó tirado en el viejo sofá de su taller; su corazón aún latía.

Levantó la copa y una joven de unos veinte años, completamente desnuda, se acercó y vertió un líquido rojo y denso en su interior. A continuación, Vampirus Montorus se llevó la copa a los labios y experimentó una vez más el éxtasis.

—Señor Montorus, la situación es muy grave. —Vampirus Eléctricus tenía su lado de la mesa lleno de papeles con todo tipo de cálculos y anotaciones. Tecleó unos números en la calculadora y apuntó el resultado en una cuartilla rosa—. ¡La situación es absolutamente insostenible! —Eléctricus decidió tomarse un respiro. Levantó la copa y una muchacha de tez blanquecina acudió a llenársela. A continuación, se la llevó a los labios y fue catapultado al clímax.
—No sea exagerado, Eléctricus. ¡Todavía podemos exprimirlos aún más!

—Señor Montorus, los números indican lo contrario. Como sigamos mordiéndoles y sacándoles sangre a este ritmo, corremos el riesgo de matarlos a todos…
—Pero ¡no diga usted bobadas! La sangre de los humanos, además de sabrosa, es inagotable… ¡Jajajajajajajaja! —Vampirus Montorus rió mostrando una dentadura amarillenta. Una gota de sangre cayó de uno de sus colmillos—. Por cierto, Eléctricus, pronto acabará mi mandato; quiero un sillón en alguno de sus consejos. —Montorus hizo un gesto a una de las camareras e, inmediatamente, la joven se sentó en las piernas de Eléctricus mostrando su cuello desnudo en señal de sumisión.

Vampirus Eléctricus, después de una lucha interna de algunos milisegundos, no pudo resistirse y clavó sus colmillos en la muchacha.

Montorus, absolutamente fuera de sí, levantó la copa, vertió el contenido encima de su cabeza, y exclamó: «¡Ajajajajajajaja!».

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    Alfonso medel

    Lector y escritor

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