Yanis Varoufakis, exministro de finanzas griego, habla de «Un nuevo tratado de Versalles recorre Europa…».
Alberto Garzón, candidato de Izquierda Unida a la presidencia del gobierno de España, compara en el congreso de los diputados el posible acuerdo con lo que fue aquel tratado.
¡Insensatos!
No obstante, comparar el tratado de Versalles con las condiciones que la Unión Europea le quiere imponer a Grecia no tiene sentido. Esto es una afrenta a la historia. Alemania fue condenada a pagar unas indemnizaciones extraordinarias después de la I Guerra Mundial. Las naciones aliadas establecieron este tratado tratando de conseguir compensaciones a lo que les había costado la guerra. No eran conscientes de que una nación vencida no podía pagar tributos que compensara los costes de una guerra de esta magnitud. Grecia, en cambio, no ha perdido ninguna guerra y no tiene que compensar a nadie. Son dos cosas absolutamente distintas. Grecia pidió un dinero en el pasado y tiene que devolverlo. Si quiere, claro; nadie le obliga a ello. Puede salirse del euro, declararse en bancarrota, volver a su moneda y devaluarla las veces que quiera. Grecia es libre y soberana, y puede hacer lo que quiera. Alemania, en su día, no lo fue. Perdió una guerra y tuvo que compensar a los vencedores.
Quiero terminar el artículo solidarizándome con el pueblo griego, que poca culpa tiene de lo que está pasando. Su mayor error ha sido estar gestionado por políticos incapaces de gestionar el país. Algo de esto sabemos en España. Después de todo, se trata de pueblos con muchas semejanzas. Esperemos que políticos sensatos sean capaces de hacer reformas estructurales profundas que hagan ambos países sostenibles, esto es, que tomen medidas que no pongan en peligro los países para sus generaciones futuras.
Conclusión: una vez más políticos sin argumentos y sin capacidad para solucionar las adversidades a las que se enfrentan los países dicen insensateces en público para tratar de ganar votos.